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El Camino como metáfora de la Vida me resulta apropiado para comenzar esta presentación. C. G. Jung en su definición del proceso de individuación, lo plantea como un camino progresivo de autoconocimiento, que es uno de los fines de la psicoterapia holoanalítica, la holística, la transpersonal y la integral. EStos enfoques ofrecen la posibilidad de realizar terapia que contemplan la importancia de la dimensión espiritual además de las psicocorporales.

 

El proceso terapéutico es un camino, donde el terapeuta se muestra como guía, ayudante, coach, pero no puede hacer el camino de nadie más que el suyo propio. Es un camino, que se realiza mientras lo hacemos, podemos encontrarnos atascos, encrucijadas, piedras, cuestas, etc., pero es el camino de cada uno, y esto permite poder elegir cada uno el suyo, con quien hacerlo, que decisiones tomar, cuando descansar y cuando hacer esfuerzos.

El planeta entero también está haciendo su propio camino formado por las decisiones de todos los que lo habitamos. Las sociedades están viviendo una época muy revulsiva con muchos cambios que generan conflictos, crisis, inestabilidad. El mayoritario enfoque Capitalista-Consumista, el marcado acento individualista, nihilista, genera en el ser humano un gran conflicto que requiere de un cambio de estrategia en su análisis, afrontamiento y soluciones.

Aunque es innegable el gran avance que el ser humano ha ido realizando a lo largo de la historia, aunque es innegable que los avances científicos, tecnológicos, farmacológicos, médicos, etc. nos han ayudado como especie a adaptarnos mejor al medio y a mejor supervivir y por tanto, mejorar nuestra calidad de vida, también es bien cierto que nos hemos olvidado de “ver, escuchar y atender” a la persona en su globalidad, despreciando u obviando aspectos esenciales para el buen desarrollo de la vida, para continuar evolucionando como especie.

Hasta ahora, en general, para conocer, el observador se veía obligado a separar para analizar y profundizar en el conocimiento (por ejemplo el conocimiento del átomo); a separar para mejor tratar las enfermedades del cuerpo y de la psique. Así, ante un simple dolor de cabeza que cursa con fiebre, el tratamiento recomendado es recetar un fármaco que alivie el dolor, y otro que baje la temperatura. Pero no se atiende ni profundiza en qué significan esos síntomas, a qué responden, qué los causa. No se plantea “la enfermedad” como un toque de atención que da el cuerpo al sujeto comunicándole que algo no anda bien.

Lo mismo sucede con la mente, si pedimos ayuda porque nos sentimos ansiosos, tristes, angustiados, el remedio es medicar para paliar esa sensación, ese sentimiento y malestar sin atender a su causa que es otra manera que tiene la mente de comunicar al sujeto “que algo no anda bien”.

Y, de la dimensión Espiritual, que no digo Religiosa, sino Espiritual (dimensión que desde los inicios de la historia de la humanidad ha estado presente), de esta dimensión simplemente no se trata. Y quien lo hace, suele hacerlo desde un marco de referencia religioso, que aunque en sí mismo no es dañino, al estar “aislado de la globalidad del Ser”, y desconectado de sus dimensiones psíquicas, corporales y relacionales, suele acabar en una ruptura, una escisión, donde “el alma” poco o nada tienen que ver con las vidas de las personas -esto en términos generales, pues de hecho, hay muchísimas personas que han conseguido integrar esta dimensión en sus vidas, y hacer su propio proceso de individuación, de desarrollo y evolución, en sano equilibrio que además redunda en beneficio no sólo suyo sino de los/lo que le rodean.

Por todo esto, sintéticamente, es por lo que nos hemos decidido a titular esta web como “CENTIRME”, porque queremos ser una alternativa válida no sólo al sujeto, a la persona que se encuentra en un estado de disforia, de displacer, sino también ser alternativa para quiénes desean profundizar y seguir evolucionando en su proceso humano, para aquellos que quieren mejorar su calidad de vida (que no es solo lo material y económico).

Queremos ofrecer una visión integral que redunde en “sanar” nuestras heridas, en sanar nuestras relaciones, en mejorarnos como especie.

Queremos unificar al ser humano que hemos dividido, y cooperar con nuestro granito de arena en el proceso evolutivo, ayudando a desarrollar esas otras dimensiones que tenemos abandonadas y tratarlas en conjunto, como una UNIDAD, porque todos somos UNO, nada está separado y todo está interrelacionado.

 

Es el principio del Holón.

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